TRES DÍAS DE JUNIO EN NUESTRA HISTORIA
En marzo de 2008, un mando militar me confió una información que revolvería durante meses las aguas de la entonces reciente Ley de Memoria Histórica aprobada por el Gobierno de Rodríguez Zapatero, a quien se acusó de tratar de ocultar el hallazgo por tratarse de una realidad incómoda para el argumentario con que se justificaba la propia ley. Se trataba de la aparición fortuita , el 11 de febrero anterior, en el transcurso de unas obras en el acuartelamiento “Primo de Rivera” de la Brigada Paracaidista (BRIPAC) de Alcalá de Henares (Madrid), de una fosa común con restos de al menos cinco individuos. Según mi informante, los restos pertenecían casi con toda seguridad a la Guerra Civil y al menos uno de los individuos presentaba un orificio de bala en el cráneo.
De esta información di cuenta a mi antiguo diario, el ABC, que el 5 de marzo publicó la noticia con una gran resonancia, motivada fundamentalmente por las conexiones de Alcalá de Henares con el que continúa siendo uno de los grandes misterios de la Guerra Civil: la desaparición de Andreu Nin, líder del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), por agentes policiales republicanos al servicio de la NKVD, la siniestra policía secreta de Stalin.
Noticias de la prensa de la época acreditaban que Nin
fue detenido en Barcelona el 16 de junio de 1937 y conducido a Valencia. Después se supo que por
agentes de policía bajo las órdenes de Alexander Orlov, el jefe de la NKVD en
España. Según estas mismas noticias, el 18 de junio le llevaron a Madrid. Diversos
testimonios demostraban que Nin había sido trasladado secretamente a Alcalá. Es
en Alcalá donde, según publicaría días después la prensa comunista, Nin será
liberado por agentes nazis infiltrados en las Brigadas Internacionales para ser
conducido a Berlín, una maniobra de intoxicación de los estalinistas para culpar
al líder del POUM y a su organización de estar al servicio de Hitler y Franco.
Conocidas son las pintadas aparecidas entonces en la zona republicana: “¿Donde está Nin?
En Roma o en Berlín”
Las siempre interesantes investigaciones en torno
al “caso Nin” nunca han logrado determinar con exactitud el lugar de su
detención y ejecución en Alcalá -si es que fue asesinado finalmente en la
ciudad de Cervantes-, como tampoco el lugar de su enterramiento. Se habla del
chalé al sur de la ciudad de un diputado de la CEDA, Rafael Esparza, asesinado
en la cárcel Modelo en agosto de 1936. También del chalé donde residían el jefe
de la aviación republicana, Ignacio Hidalgo de Cisneros, y su mujer, Connie de
la Mora. Hidalgo había trasladado su cuartel general a Alcalá en octubre de
1936 desde Albacete.
El hallazgo de la fosa de la BRIPAC me sugirió una nueva teoría sobre el lugar donde Nin pudo ser retenido en Alcalá, y así lo publiqué en el mismo ABC el 9 de marzo de 2008 bajo mi pseudónimo de “free lance”, Fermín Saleta. Me apoyé en primer lugar en una confidencia que el inspector general de prisiones, José Garmendia, peneuvista, amigo del ministro de Justicia, Manuel de Irujo, realiza a Julián Gorkin, otro dirigente del POUM. Garmendia le dice a Gorkin que tiene información de que Nin está detenido en un lugar defendido por fuerzas militares y que para liberarlo habría que emplear tropas de choque, y que el Gobierno de Negrín no está dispuesto a hacerlo.
Gorkin piensa entonces que Nin debe de estar recluido en El Pardo. Otros creen también que está en Albacete, base de las Brigadas Internacionales. Al ministro Irujo le aseguran todos los directores de prisiones que Nin no ha entrado en ninguna de ellas. Así se lo dice también el responsable de la prisión alcalaína.
¿Cuál podría ser ese sitio defendido por fuerzas militares que Negrín no osaba violentar en una ciudad como Alcalá? Si los soviéticos habían urdido la detención de Nin, no es difícil imaginar que eligieran para esconderlo un lugar en el que se sintieran absolutamente seguros. Un lugar en el que a nadie, ni siquiera al Gobierno republicano, se le fuera ocurrir actuar contra ellos. Albacete era un sitio muy comprometido porque en la base de las Brigadas había demasiados testigos incómodos: anarquistas italianos, trotskistas alemanes... En Alcalá, por el contrario, los agentes del NKVD tenían una auténtica colonia soviética, con jefes de escuadrilla, pilotos, telegrafistas, mecánicos, etc.
Ese lugar, según apuntaba en mi artículo, era el aeródromo Barberán y Collar, construido en 1934 al noreste de Alcalá y bautizado en memoria de los dos aviadores desaparecidos un año antes mientras realizaban un vuelo transoceánico desde Sevilla a México con escala en La Habana. Desde finales de 1936, se había convertido en base de los cazas Polikarpov I-15, los célebres «Chatos». Un lugar “sagrado” e “inviolable” para las autoridades republicanas, que no habrían podido asaltarlo sin poner en riesgo el apoyo soviético.
Los terrenos de este aeródromo ya desaparecido, sobre el que se levanta el campus de la Universidad de Alcalá, están cerca del antiguo acuartelamiento de la Brigada Paracaidista (Ver plano en https://elviajerohistorico.wordpress.com/2017/05/14/el-madrid-militar/). A su vez, la sede de la BRIPAC había sido construida sobre el antiguo Instituto Psiquiátrico Provincial de “La Milagrosa”, que durante la contienda acogió a las fuerzas de la 46.ª División del jefe comunista Valentín González, “El Campesino”, que quizá podría ser también el lugar defendido por fuerzas militares al que se refería Garmendia. Al final de la guerra, “La Milagrosa” fue usado como campo de prisioneros por el bando casadista, sublevado en marzo de 1939 contra Negrín y los comunistas, y en la posguerra fue campo de concentración franquista.
La exhumación de la fosa de la BRIPAC por la sociedad
Grupo 365 Arqueología, que dirige el arqueólogo Ildefonso Ramírez, reveló la
existencia de siete cuerpos, cinco hombres, una mujer y otro cuyo sexo no se
pudo determinar. (Ver http://g3a.es/arqueologia-forense/)
El método de ejecución en todas las víctimas fue un
solo disparo en la cabeza, a cañón tocante, y no el fusilamiento, según el
estudio forense a cargo del equipo del doctor Enrique Dorado Fernández. Este
hecho y la existencia del cuerpo de la mujer, de unos 25 años, descartarían que
fuera una fosa del campo de concentración franquista, pues era exclusivamente
masculino. Las edades de las víctimas estaban entre los 19-20 años la más joven
y en torno a los 40 años la de más edad. Andreu Nin tenía 45 años cuando fue
asesinado. (Ver el estudio en el “Boletín Galego de Medicina Legal e
Forense” número 18, de enero de 2012. http://agmf.es/az/Lesiones_en_los_restos_oseos_procedentes_del_acuartelamiento_Primo_de_Rivera_(Alcala_de_Henares,_Madrid)._Estudio_antropologico._Dorado_Fernandez,_E.pdf)
Las características de la fosa son bien singulares. De
tratarse de víctimas de la represión republicana no lo serían de los primeros
meses de la guerra porque es conocido que los cadáveres entonces se abandonaban
en el lugar de la ejecución o como mucho eran tirados en las puertas de los
cementerios. Por lo reducido del grupo tampoco parecen ser víctimas de las
matanzas de las sacas de las cárceles madrileñas en noviembre y diciembre de
1936. La ejecución con un solo disparo en la cabeza a cañón tocante y la
inhumación desordenada de los cadáveres -debida quizás a que se les asesinó en
distintas fechas- hacen pensar en víctimas de una represión muy particular con
razones de peso para ser ocultada.
El hallazgo de la fosa de la BRIPAC disparó de nuevo
las elucubraciones sobre el paradero de Nin. Hasta la fundación que lleva su
nombre no descartó que entre esos restos pudiera encontrarse el del líder del
POUM. Desconozco si se realizaron ulteriores pruebas genéticas para tratar de
identificar al que fuera consejero de Justicia de la Generalitat de Cataluña. Hoy
sigue prevaleciendo el testimonio del agente estalinista Orlov, que indica que mataron
y enterraron a Nin en la carretera de Alcalá a Morata de Tajuña después de someterle a horribles torturas. Un colaborador de Orlov reveló que el líder del POUM terminó siendo despellejado vivo. El que fue jefe
de la NKVD en España terminó huyendo del terror de Stalin y en 1938 pidió asilo
político en EE.UU.
El intento de la Justicia republicana por esclarecer el
misterio acabó pronto torpedeado por el Director General de Seguridad, el comunista Antonio Ortega, que estaba en el centro de la falsa trama para implicar a Nin con los franquistas. Ortega envió fuerzas de Asalto al Palacio de Justicia de Valencia para exigir la entrega de dos subordinados suyos detenidos por su implicación en el caso: David Vázquez Baldominos, comisario general de policía de Madrid, y Fernando Valentí, jefe de la Brigada Especial. Ante la negativa del juez especial y del fiscal nombrados para el caso a entregar a los detenidos, el capitán que mandaba las fuerzas les mostró la orden de detención que portaba... ¡emitida contra el propio juez especial! La tensa situación se resolvió al conocerse que los dos detenidos estaban ya en poder de sus protectores. El magistrado era Miguel Moreno Laguía, buen amigo de Azaña, mientras que el fiscal era Gregorio Peces-Barba del Brío, progenitor del que fuera uno de los “padres” de
la Constitución de 1978.
El “caso Nin” sigue abierto ochenta y tres años después. Pero al hilo del mismo se descubren sorprendentes coincidencias de fechas. Son efemérides que forman la urdimbre de varios pedazos de nuestro pasado entrelazados por el misterio. El día 20 de junio de 1933 desaparecía en tierras mexicanas el avión “Cuatro Vientos”, con el que el capitán Mariano Barberán y el teniente Joaquín Collar iban a culminar su vuelo transoceánico de Sevilla a México capital. El 21 de junio de 1937, fecha de su último interrogatorio, es la última en que se tiene constancia de que Andreu Nin seguía con vida, quizás en el aeródromo entonces utilizado por las alas soviéticas y bautizado con el nombre de Barberán y Collar. Por último, en otro día de junio, el 24, en el año de 1939, era fusilado en el madrileño cementerio de la Almudena el policía Antonio Ramallo Miño, el primero de los seis agentes policiales republicanos, incluido el citado Fernando Valentí, que intervinieron en la desaparición de Nin y que serían fusilados por los franquistas en la posguerra.
Tres días de junio en nuestra Historia. Tres
efemérides dramáticamente trabadas.