SUÑOL GARRIGA Y PUJOL CALVET, HISTORIA DE DOS CATALANES EN LA MISMA LÍNEA DE FUEGO

 

José Suñol Garriga, diputado de ERC y presidente del FC Barcelona, asesinado en las afueras de Guadarrama (Madrid) el 6 de agosto de 1936 por fuerzas sublevadas 

                                                                                   A José Ildefonso Suñol Soler, in memoriam  

 El 16 de agosto de 1936, después de varios días de incertidumbre sobre su paradero, el diario barcelonés “La Vanguardia” confirmaba el fusilamiento por los sublevados, en la carretera de Madrid a La Coruña en dirección al Alto del León, en la sierra de Guadarrama, de José Suñol Garriga, diputado de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) en las tres legislaturas republicanas, que acababa de anunciar solo unas semanas antes su dimisión como presidente del Fútbol Club Barcelona, cargo para el que había sido elegido por aclamación solo un año antes.

El diputado catalán había salido de Madrid el 6 de agosto, después de comer en el Hotel Nacional, en la glorieta de Atocha, para visitar el frente de la sierra madrileña. Obtuvo para ello del Ministerio de la Guerra un coche Ford V-8 de representación, perteneciente al Parque de Automovilismo Militar, que reglamentariamente contaba con la dotación de un chófer y un teniente. Acompañaba también a Suñol el periodista Pedro Ventura Virgili, conocido por haber sido portero del RCD Español con el apodo de “El Guantes”.

El coche abandonó el pueblo de Guadarrama para dirigirse al Alto del León. Suñol y sus acompañantes se detuvieron en la carretera al toparse con tropas que custodiaban una casilla de peones camineros. Creyendo que eran gubernamentales, se bajaron del automóvil para confraternizar con ellas, pero se trataba en realidad de una avanzadilla de los sublevados. Sometidos a un breve interrogatorio, los cuatro viajeros fueron asesinados en el acto.

Fotografias de Albero y Segovia de los combates de julio y agosto de 1936 en el pueblo madrileño de Guadarrama, donde fue fusilado Suñol. La imagen superior es de "Ahora", del 25 de julio, y la inferior, de "Crónica", del 2 de agosto. (Biblioteca Nacional de España)

Suñol Garriga acababa de cumplir los 38 años el 21 de julio. Dejaba viuda, Gloria Soler Elías, y un hijo de 9 años, José Ildefonso, fallecido el pasado 11 de noviembre a los 92 años y al que tuve el honor de conocer en 2017 en su casa de Barcelona. El hijo de Suñol, empresario, filántropo y coleccionista de arte, me atendió muy amablemente para hablar de su padre, cuya desaparición le marcó siempre, hasta el punto de que hace muy pocos años promovió un proyecto para localizar sus restos en Guadarrama, pero sin resultados.

A pesar de que había perdido a su progenitor a los 9 años de edad, aquel hombre nonagenario era capaz de evocar la figura de Suñol Garriga de forma tan poderosamente emocional que parecía como si hubiera sido ayer mismo cuando se despidió de él en su casa de verano de Tona, al comienzo de aquel largo e infernal agosto del 36, para no verle nunca más. Sin embargo, no hubo en sus palabras rastro de rencor o resentimiento por el cruel destino de su padre frente a un pelotón de fusilamiento en la sierra de Guadarrama.

 A la derecha, la nota de "Mundo Deportivo" del 12 de agosto de 1936 con el aviso radiado dos días antes por el Ministerio de la Guerra por la desaparición de Suñol Garriga. A la izquierda, un anuncio de la época del automóvil Ford V-8, el mismo modelo del coche del Parque de Automovilismo Militar en el que Suñol y sus acompañantes viajaron al frente de la Sierra de Guadarrama.

Socio número 206 de la Asociación de Periodistas de Barcelona, fundador del semanario “La Nau dels Esports”, propietario del diario catalanista de izquierdas “La Rambla” y presidente de la Federación Catalana de Fútbol, además de diputado en Cortes por ERC y presidente del Barça, Suñol Garriga fue un adelantado de su tiempo al vislumbrar la trascendencia del deporte en la sociedad moderna. El deporte fue su gran pasión, unida siempre a sus otras dos motivaciones: el periodismo y la política, como destaca su biógrafo, Jordi Badía, autor de “Josep Suñol Garriga. Viure i morir per Catalunya”, entre otros estudios sobre su figura. 

Su última gran aparición pública como presidente del club culé fue en la final de la Copa de España o del Presidente de la República que el Madrid y el Barça disputaron el 21 de junio de 1936, apenas un mes antes del inicio de la Guerra Civil, en el campo de Mestalla de Valencia. El encuentro fue muy disputado y terminó con victoria del Madrid por dos goles a uno, con una actuación memorable de Zamora en el que sería su partido de despedida. 

La "compañía Suñol", nombrada en honor del presidente del Barça asesinado por los sublevados, ante las oficinas del entonces Madrid FC en Paseo de Recoletos, donde tenía su banderín de enganche el batallón de milicias de deportistas. Una prueba de que la guerra superaba otras rivalidades. (Crónica, 6 de septiembre de 1936. Foto: Álvaro. Biblioteca Nacional de España) 

Hijo de José Suñol Casanovas, presidente de la mayor empresa azucarera española de la época, la Compañía de Industrias Agrícolas, la evolución de Suñol hacia la izquierda nacionalista fue siempre duramente atacada por sus oponentes, que gustaban de poner en evidencia la contradicción entre su ideología izquierdista y su condición de miembro de la alta burguesía. Un ejemplo de ello es la intervención del delegado general de Orden Público de Barcelona, en la campaña de las elecciones de febrero de 1936, para prohibir la difusión de unos carteles en los que se decía, según la prensa, que “el candidato millonario Sr. Suñol Garriga, que figura en la candidatura del frente revolucionario en compañía del “leader” comunista Maurín, se proponía repartir su fortuna el próximo sábado [víspera de las elecciones], convencido de las excelencias del régimen comunista”.

Pero su posición económica no pareció influir en nada en el electorado, y si lo hizo fue positivamente. En las elecciones de 1931, a pesar de ir el décimo en la lista de ERC por la provincia de Barcelona, Suñol fue el diputado elegido con el mayor número de votos de Cataluña, un total de 117.594, y, por supuesto, el primero de sus correligionarios, superando incluso a Lluís Companys, que obtuvo 113.288. En las mismas elecciones salió elegido Ramón Franco Bahamonde, hermano del futuro dictador, que iba en el sexto puesto de la lista de ERC por Barcelona capital, y que sería, por tanto, compañero de bancada de Suñol en la Carrera de San Jerónimo.

Desde su inicio como diputado, Suñol mantuvo su compromiso con el mundo del deporte y viceversa: llevó al deporte su compromiso como representante de las Cortes republicanas. De ello es demostración el suceso que protagonizó al pedir, sin resultado, que se retirara un retrato de Mussolini en el salón donde se celebraba la asamblea de la Federación Española de Fútbol, reunida en el mes de julio siguiente a la proclamación de la República, a la que Suñol había asistido en nombre del FC Barcelona. Sí consiguió, en cambio, una declaración de adhesión de la Federación al nuevo régimen.

Arriba, vista área de las posiciones franquistas en torno a la casilla de peones camineros de la carretera de La Coruña tomada en marzo de 1939 por la Legión Condor. Debajo, una panorámica actual de la zona donde estaba la casilla. (Cortesía Sociedad de Ciencias Aranzadi y Falcon High Tech)  


Partidario del Estatuto de Cataluña, finalmente descafeinado respecto de su primer proyecto, la aprobación de la autonomía no significaba para Suñol que Cataluña debiera cerrarse en sí misma, sino todo lo contrario. Lo demuestra su opinión favorable a la colaboración de su partido ERC en la estabilidad de España, de acuerdo con sus declaraciones del 8 de junio de 1933 al “Heraldo de Madrid”, al ser preguntado por las posibles soluciones a la crisis abierta a causa de la dimisión de Azaña como jefe del Gobierno. Son declaraciones en las que hace toda una declaración de principios sobre su pensamiento político, como “un burgués de sentimiento y de actuación izquierdista”:


“Con radicales o con socialistas –decía Suñol al diario madrileño–, creo lealmente que es indispensable la colaboración en el Gobierno de España del partido que hoy predomina en Cataluña. Y esto, que lo digo por mi cuenta y como catalán perteneciente a dicho partido, lo digo y lo siento también en republicano español, toda vez que catalán y republicano hoy por hoy no son términos incompatibles, sino consustanciales. Creo que la Esquerra cooperara a la obra del Gobierno que se forme, ya sea dentro de él, ya desde fuera del Poder; aunque creo también que al Gabinete que se constituya le conviene la participación directa de los catalanes. El momento sigue siendo netamente de izquierda, y al interés de España sigue siéndole indispensable la colaboración ministerial de los socialistas, precisamente para salvar del socialismo algo de España. Extraño en labios de un burgués todo esto, ¿verdad?... Pero es que yo soy un burgués de sentimiento y de actuación izquierdista, y aunque no sintiera en liberal tendría que desear la participación socialista por egoísmo, por espíritu de conservación, pues si los socialistas abandonan el Poder, los que no lo somos lo pasaremos peor. Siempre es preferible dar dos y conservar otros dos, que tener que dar cuatro, o sea el total de lo que es nuestro, sin opción siquiera al gesto elegante del voluntario desprendimiento”.

Debo reconocer que la primera vez que supe del trágico destino de Suñol fue en 2009 por mi amigo Luis Avial Bell, técnico de georadar que entonces colaboraba con la Sociedad Científica Aranzadi en la búsqueda de sus restos en las afueras de Guadarrama, en un proyecto impulsado por el entonces presidente del Barça, Joan Laporta, a través de la revista de divulgación histórica “Sapiens”. La búsqueda concluyó sin resultados, añadiendo nuevas incertidumbres a una muerte que desde el primer momento estuvo rodeada de misterio.

La noticia de que Suñol estaba prisionero en Burgos, difundida por el diario "Las Noticias" el 27 de octubre de 1936, fue recogida con sorpresa por todos los medios republicanos. (La Voz, 28 de octubre de 1936. Biblioteca Nacional de España) 

            Apenas tres meses después de su fusilamiento en la llamada “casilla de la muerte”, la prensa de la zona republicana se hacía eco de la información de Julio Casas, corresponsal en Madrid del diario barcelonés “Las Noticias”, órgano del Comité de Cataluña de UGT, quien aseguraba que Suñol se encontraba prisionero de los sublevados en Burgos. Así, el 28 de octubre de 1936, aparecen en la prensa republicana algunos sorprendentes titulares: “Ahora se dice que el diputado Suñol no fue fusilado”, “Parece que el diputado señor Suñol está prisionero en Burgos” o “¿No ha muerto el diputado Suñol?”.

Julio Casas afirmaba en su crónica de “Las Noticias” que sabía que Suñol estaba cautivo de los sublevados en Burgos por un capitán catalán leal a la República que habría recogido información en el mismo escenario de la desaparición del diputado.

El periódico “La Rambla” –que había dejado de pertenecer a Suñol desde que los comunistas del PSUC se incautaran después del golpe militar de la parte de la que era propietario– recogerá esta información el 27 de octubre, pero cuestiona la noticia del presidio de Suñol en Burgos:

“Por una razón muy poderosa: que ignoramos absolutamente –y con nosotros lo ignoran sus familiares– cuál ha sido su suerte. Porque hasta el momento actual no existe ninguna prueba convincente que pueda hacernos creer que el estimado Suñol esté muerto, ni que esté prisionero en Burgos, ni que se encuentre en Suiza. La única realidad dolorosa, con todas las incertidumbres, es que no se puede afirmar nada. El misterio de su desaparición continúa siendo para nosotros un misterio”.

Será el 15 de mayo de 1937 cuando varios diarios de la zona republicana recojan la noticia de que dos desertores del ejército franquista confirmaban nuevamente el fusilamiento de Suñol Garriga y Ventura Virgili. Los evadidos eran los soldados catalanes Alfonso Pujol Calvet y Jaime Puigjaner, destinados en el Regimiento de Infantería Toledo n.º 26, unidad que había participado en los combates en torno a Guadarrama en los días de la ejecución de Suñol y sus tres acompañantes. Ambos se pasaron el 27 de marzo de 1937 a las filas republicanas por el frente de Cercedilla, en la misma sierra madrileña.

Al llegar a Barcelona comunicaron lo que sabían de la ejecución de Suñol y sus compañeros al Centro Catalanista de ERC en el distrito IV de Barcelona, que había presidido el propio Suñol. El partido se apresuró a incluir su testimonio en el boletín de información número 105 de la Federación Barcelona-Ciudad, del 14 de mayo, de donde lo recogieron agencias y diarios.

El boletín de la Federación Barcelona-Ciudad de ERC, en el que dos desertores catalanes del ejército sublevado, Alfonso Pujol Calvet y Jaime Puigjener, confirmaron la muerte del diputado y presidente del Barça. (Archivo Histórico Nacional) 

La información de dicho boletín aseguraba que Suñol y sus compañeros llegaron a la casilla de peones camineros creyendo que estaba en poder de las fuerzas gubernamentales, cuando había cambiado de manos la jornada anterior (extremo que no responde a la realidad, aunque las razones sea largo exponerlas aquí). Los viajeros se bajaron del coche dando un viva a la República, a la que los defensores de la casilla respondieron con otro viva. Una vez invitados a entrar en la casilla se dieron cuenta de su error y de la suerte que les esperaba. Pedro Ventura hizo valer su condición de periodista, pero no le sirvió de nada.

“A los compañeros de referencia -decía la nota- los trasladaron de Zamora el frente de Guadarrama, y ​​al mismo sector donde cayeron los amigos Suñol y Ventura. Cuentan que sus compañeros de regimiento les enseñaron el lugar donde fueron asesinados, el trozo de tierra que cubre sus restos. Esta sepultura es venerada por todos los catalanes que quedan en ese frente obligados por una disciplina de terror. Cuando pasan por allí, aunque sea disimuladamente, ponen sobre la tumba un puñado de tierra, expresando así su emoción y respeto”.

Como se puede apreciar, el boletín de ERC no señala en ningún momento que Pujol Calvet y Puigjaner hubieran sido testigos directos de la captura y fusilamiento del diputado de ERC y sus acompañantes. Tampoco recoge que los dos desertores catalanes afirmaran que se les enterró junto a la casilla de peones camineros. Ambos extremos aparecerían, en cambio, tanto en una crónica de “La Humanitat” firmada por Luis Meléndez como en una nota de la agencia Febus, aunque ambas recreaban con bastante imaginación la nota aparecida en el boletín de ERC.

El despacho de Febus, que fue recogida por el diario ABC y “El Socialista”, entre otros medios de la zona republicana, afirmaba que los dos soldados catalanes “presenciaron el fusilamiento de un diputado, un periodista, un oficial y un chófer, que habían llegado hasta la zona facciosa en automóvil”. Asimismo indicaba que “los cuatro prisioneros fueron sacados de la caseta a continuación y colocados ante sus ejecutores”, para señalar finalmente que “el oficial ordenó cavar un hoyo detrás de la casilla, y allí fueron enterrados los cuatro cadáveres”. Además, para colmo, situaba erróneamente la deserción de Pujol y Puigjaner en el frente de Andalucía.

Este despacho de Febus, y no el boletín de ERC, es la fuente de donde procede la afirmación de que los cadáveres de Suñol y sus acompañantes fueron enterrados detrás de la casilla de peones camineros, que hoy, a la luz de estos datos, podría considerarse falsa. Es el lugar en el que se centraría infructuosamente, tantas décadas después, la búsqueda de los restos de Suñol.

Nada hace dudar del relato de Alfonso Pujol y Jaime Puigjaner sobre el fusilamiento de Suñol y sus acompañantes. Su unidad, el Regimiento Toledo n.º 26, había participado desde el 28 de julio de 1936 en los combates del Alto del León, y en la fecha de la deserción de ambos, marzo de 1937, seguía desplegada en aquel sector, como parte de la 71.ª División franquista, que cubría el frente desde el río Perales hasta el puerto de Malangosto. Por tanto, en esa unidad podía haber soldados catalanes que hubieran conocido de primera mano el asesinato de Suñol a principios de agosto de 1936.


Documento del ejército franquista con los nombres y apellidos de soldados que han desertado a la “zona roja” entre marzo y octubre de 1937, y en el que figuran Alfonso Pujol Calvet y Jaime Puigener (sic) Salvador. Archivo de la Guerra Civil de Salamanca.

Además, en el Archivo de la Guerra Civil de Salamanca se conservan varios documentos que confirman la deserción de ambos soldados catalanes. Uno es del Ejército franquista y detalla los nombres y apellidos de soldados que han desertado a la “zona roja” entre marzo y octubre de 1937, y entre ellos figuran los de Alfonso Pujol Calvet y Jaime Puigener (sic) Salvador. Sólo aparece la fecha de deserción de Puigjaner: el 29 de marzo, no el 27 como aseguraba el boletín de ERC.

  El segundo y tercer documento del Archivo de Salamanca contienen la relación de prisioneros y evadidos recluidos por el Gobierno republicano en el depósito habilitado para ellos en el viejo cuartel de Guardias de Corps de Conde Duque, en el centro de Madrid. Alfonso Pujol y Jaime Puigjaner aparecen dados de alta en el depósito de Conde Duque el día 30 de marzo, como desertores de las fuerzas franquistas, y permanecían aún en el mismo lugar el 5 de mayo, según una anotación manuscrita que aparece junto a sus nombres. Su llegada a Barcelona en ese mismo mes de mayo confirma que quedaron en libertad muy pronto después de pasar, como era preceptivo, el examen de rigor sobre su fiabilidad y su lealtad a las autoridades republicanas.

El cuartel de Conde Duque, en el centro de Madrid, utilizado durante la Guerra Civil como depósito de evadidos y prisioneros del bando franquista por el Gobierno republicano, donde estuvieron detenidos durante un mes los dos desertores catalanes

Existe otro documento clave, conservado en el Archivo General Militar de Ávila, que refuerza la credibilidad del testimonio de estos desertores, pieza fundamental en el relato sobre la desaparición del diputado de ERC y presidente del Barça. El documento revela que Alfonso Pujol y Jaime Puigjaner habían cambiado de unidad junto con más de un centenar de compañeros, pasando del Regimiento Gerona n.º 18, desplegado en el frente de Aragón, al Regimiento Toledo n.º 26, que estaba combatiendo en el frente de Guadarrama.

Un número significativo de los más de cien efectivos trasladados desde el Gerona n.º 18 al Toledo n.º 26 poseía apellidos catalanes o levantinos. Esto demuestra el propósito de los mandos rebeldes de alejarlos de Aragón, un frente cercano a Cataluña o Levante, para evitar su deserción a las tierras de donde eran originarios, tentados por el deseo de reunirse con sus familias, como era habitual que hicieran en los primeros meses de la contienda los soldados a los que les sorprendió el golpe del 17 de julio haciendo el servicio militar en regiones o provincias diferentes a la suya. 

Pero lo más interesante de este documento es que certifica que este cambio de destino se había producido en octubre de 1936. Esto quiere decir, con toda claridad, que ambos soldados se encontraban en el frente de Aragón, y no en el de la sierra de Madrid, cuando en el mes de agosto se produjo la captura y ejecución del diputado de ERC y presidente del Barça en las afueras de Guadarrama. 

De ahí que podamos concluir que, en contra de lo afirmado por la agencia Febus, los dos soldados catalanes no fueron testigos presenciales de la detención y asesinato de Suñol, sino que solo los conocieron de oídas al llegar, dos meses después, al escenario bélico de la sierra madrileña. No obstante, sus declaraciones son fundamentales a la hora de confirmar el asesinato de Suñol y es posible que también lo sean a la hora de emprender una nueva búsqueda de sus restos en un lugar distinto al que siempre se ha considerado.

Pero dejo en este punto el trágico final de un adelantado de su época como fue José Suñol Garriga, del que seguiré hablando en próximas entregas, para ahondar en la sorprendente figura de Alfonso Pujol Calvet, uno de los testimonios clave de su caso. Los increíbles datos sobre el destino de este desertor catalán de las filas sublevadas proceden de los Archivos Nacionales de Gran Bretaña.

Una primera pista sobre la peripecia de este español después de nuestra contienda la proporciona el expediente sobre su solicitud para obtener la nacionalidad británica en 1947.  Este expediente señala que Alfonso Pujol era labrador y que nació el 15 de septiembre de 1916 en Olp, localidad vecina de Sort (Lérida), de padres también agricultores: Narciso y Concepción.

Después de su deserción del bando sublevado en marzo de 1937, de la que no hay mención alguna en el expediente, Pujol se enroló en una unidad de carros de combate del ejército republicano. Con la derrota se exilió en Francia, donde se alistó a la Legión Extranjera, a cuya famosa 13.ª Demi-Brigade, de la que formaron parte cerca de mil compatriotas, también exiliados republicanos, fue incorporado en Sidi-Bel-Abbes (Argelia) al comenzar la Segunda Guerra Mundial. En febrero de 1940 fueron llevados a Orán para zarpar con destino a Marsella, y de allí les trasladaron a los Alpes suizos para ejercitarse en el combate de montaña, con vistas a una futura operación. Después los llevaron a Brest para embarcar hacia Inglaterra.

A mediados de abril de 1940, cuando contaba con 23 años de edad, Alfonso Pujol salió de Inglaterra con su unidad formando parte del cuerpo expedicionario anglo-francés que combatió contra los alemanes en la durísima batalla de Narvik (Noruega), junto con otros novecientos camaradas españoles, de los que muchos quedaron allí para siempre. En junio de 1940, después de la invasión de Francia por los nazis, fue enviado con su unidad a Brest para establecer un núcleo de resistencia en Bretaña, pero a los pocos días tuvieron que embarcar de vuelta a Inglaterra.

Una imagen dantesca de la batalla de Narvik (Noruega) en 1940, en la que combatieron casi un millar de republicanos españoles, entre ellos Alfonso Pujol Calvet, enrolados en la 13.ª Demi-Brigade de la Legión Extranjera francesa

La segunda pista que arrojan sobre Pujol Calvet los Archivos Nacionales británicos es más impactante aún si cabe que su condición de combatiente de la Legión Extranjera francesa. Gracias a documentación desclasificada en 2016, ahora sabemos que Pujol Calvet fue nada menos que miembro del Special Operations Executive, organización creada en 1940 por Winston Churchill para realizar acciones de espionaje, sabotaje y reconocimiento en la Europa ocupada por los nazis. A esta unidad secreta pertenecieron más de un centenar de españoles, de acuerdo con la interesante página web sobre los compatriotas que combatieron en la Segunda Guerra Mundial, https://www.mve2gm.es/paises/bando-aliado/operacion-postmaster/

La compañía española del Pioneer Corps del ejército británico en la Segunda Guerra Mundial, al que se alistó Alfonso Pujol Calvet después de salir de Francia ocupada por los nazis. Al carecer de retratos de él me es imposible identificarle en estas imágenes de la valiosa página web https://balagan.info/no-1-spanish-company-of-the-pioneer-corps-in-ww2 (Fotos de Brian Coles)

En julio de 1940, después de salir de Francia ante el avance alemán, Alfonso Pujol se había alistado voluntario en el Pioneer Corps, unidad de ingenieros del ejército británico que contó con una compañía de españoles republicanos, los llamados “sconces”. De esta unidad serían seleccionados algunos de ellos a partir de 1941 para formar parte de la Special Operations Executive. En la documentación que he consultado existe una ficha de Pujol Calvet como aspirante a la sección SO.2 de esta unidad de guerrillas, sección dedicada al sabotaje tras las líneas enemigas.

Otro informe le señala como uno de los comandos seleccionados para la Operación Panthino, diseñada a finales de 1942 por los aliados para sabotear las líneas de comunicación entre España y Francia ante una eventual invasión de nuestro país por Hitler para amenazar las vías de suministro aliadas en el norte de África. Según Bernard O’Connor, autor de “Blowing up Iberia”, un estudio sobre las operaciones secretas realizadas por los aliados y por los alemanes e italianos en nuestro país durante la guerra en Europa, la idea era lanzar pequeños grupos de comandos británicos y españoles sobre nuestro territorio. La operación fue finalmente descartada.

La placa con la que Westminster recuerda al Special Operations Executive, del que formó parte Alfonso Pujol Calvet, y que tuvo su cuartel general en la ciudad. (Imagen de la web https://www.mve2gm.es)

Pujol Calvet sería seleccionado seguramente para esta acción por su buen conocimiento de la zona fronteriza entre España y Francia, por ser natural de Olp, pueblo vecino de Sort. Pero también por haber demostrado durante su entrenamiento unas buenas actitudes. En un informe del 14 de abril de 1941 realizado por sus superiores, se destaca su capacidad para el combate por “su gran confianza en sí mismo”, así como su excelente manejo de explosivos y demoliciones, comunicaciones y guerra irregular. También se remarcaba su conocimiento de los carros de combate, fruto de su experiencia en la guerra española.

Tenemos también un detallado retrato humano de Alfonso Pujol, el que realiza de él un sargento en un informe del 9 de noviembre de 1942:

“Un tipo muy bueno; trabajador de la tierra; un poco lento, pero firme, paciente y persistente. Leal, generosa y amable disposición. Temperamento apacible. Otro sin vicios. No fumador y no bebedor y, sorprendentemente para un español, se puede confiar en él respecto de las mujeres. Simpático y transparentemente honesto; no muy rápido en sus reacciones; no es, debo decir, un buen simulador. En 18 meses nunca ha dado problemas. Es un pensador; sigue con mucha atención los aspectos políticos y militares de la guerra, y puede discutir estas cuestiones de forma clara y con cierta originalidad y sin sobrecalentarse. Es bastante valiente, pero antes de lanzarse a una empresa sopesará con cautela los pros y los contras desde un punto de vista realista”.

Informe sobre las cualidades de Alfonso Pujol Calvet para su desempeño como comando del ejército británico en acciones de información y sabotaje en la Europa ocupada por los nazis. (Archivos Nacionales. Gran Bretaña)

Este perfil del labrador leridano realizado por sus superiores, que lo consideraban un hombre “transparentemente honesto”, concede una mayor credibilidad a su testimonio sobre la muerte de Suñol, siempre que el boletín de ERC que lo difundió no hubiera tergiversado sus palabras, por supuesto.

Después de la guerra, este español con una peripecia novelesca, desertor del ejército sublevado, tanquista del republicano, combatiente de la Legión Extranjera francesa y comando de las fuerzas especiales británicas, se licenció del ejército en 1946. De sus apenas 30 años cumplidos, un tercio los había vivido Alfonso Pujol como combatiente en la larga "guerra civil europea" del siglo pasado.

El 24 de septiembre de 1945, cuatro meses después del fin de la guerra en Europa, se casó con la ciudadana británica Phyllis Eileen en la iglesia de Saint Andrews, en Bournemouth, una pequeña localidad costera al suroeste de Londres. Después de licenciarse, Pujol consiguió un permiso especial del Ministerio de Trabajo británico para trabajar como aprendiz de minero en la mina Askern Main Colliery, en Duncaster, Yorkshire. En diciembre de 1947 obtuvo finalmente la nacionalidad británica.

Una imagen de la mina de Askern, en Duncaster, Yorkshire, donde comenzó a trabajar Alfonso Pujol como aprendiz de minero al licenciarse del ejército británico. 

Hoy, este héroe español tendría casi 104 años. Desconozco si ha fallecido o no, como desconozco también si alguna vez pudo volver a ver a sus padres, los agricultores de Olp, que se quedaron en España cuando él se vio forzado a exiliarse ante el riesgo de que le cayeran, no una, sino dos condenas a muerte por parte de los vencedores: una por deserción y otra por auxilio a la rebelión, como les sucedió a otros soldados fugados del ejército franquista, según he recogido en mi libro "Desertores. Los españoles que no quisieron la guerra civil" (Almuzara).       

El pueblo leridano de Olp, en las cercanías de Sort, donde nació Alfonso Pujol Calvet en 1916. Su conocimiento de esta zona fronteriza con Francia pudo ser clave en su elección como comando para la Operación Panthino, diseñada por los aliados ante una posible invasión de España por Hitler.  (Wikipedia, fotografía de Gustau Erill i Pinyot)

Alfonso Pujol tuvo dos hijas de su matrimonio con Phyllis, quienes quizás puedan atesorar aún valiosos detalles transmitidos por su padre sobre el paradero de la tumba desconocida de José Suñol en las estribaciones del Guadarrama. Estoy seguro de que José Ildefonso Suñol, el hijo del que fuera diputado de ERC y presidente del Barça, hubiera disfrutado compartiendo una tarde con las hijas de este minero español de Yorkshire, para hablar con afecto de sus respectivos padres, mientras degustaban otro sabrosísimo helado como el que amablemente me ofreció en nuestro ya inolvidable encuentro en su casa de Barcelona.

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