SUÑOL GARRIGA: LA HISTORIA DE DOS TUMBAS HERMANADAS EN GUADARRAMA Y POLINESIA (y 6)
Suñol estaba vinculado como
socio al FC Barcelona desde 1925. Como señala Ángel Iturriaga Barco, autor de “El
poder político y social en la historia del Fútbol Club Barcelona (1899-2015)”,
la figura de Suñol es la primera en la historia de barcelonismo que sentencia
que “ser barcelonista es ser catalanista”.
El mismo Iturriaga
afirma que la causa de la afiliación de Suñol al club fue motivada en respuesta
a la clausura del campo de Les Corts y el exilio forzoso del presidente Joan
Gamper, su fundador, por parte de la dictadura de Primo de Rivera. El motivo
fueron los pitidos que se oyeron en el estadio durante la interpretación de la
“Marcha Real” con ocasión de un partido del Barça contra el C.D. Júpiter, un
modesto club del barrio del Poble Nou, celebrado el 14 de junio de aquel mismo
año 1925.
Desde la temporada 1928-1929,
Suñol era vocal de la directiva azulgrana en la que figuraba como
vicesecretario su cuñado, Miguel Soler Elías. No es aventurado suponer que
fuera éste quien animara a Suñol a dar el paso para integrarse en la directiva.
Dentro del Barça, las
dotes diplomáticas y conciliadoras de Suñol le llevaron a ser designado en 1930
para que mediara en un conflicto salarial entre la directiva y los jugadores de
fútbol, que se resolvió precisamente gracias a una reunión celebrada en su
domicilio del número 98 del Paseo de Gracia, con asistencia del presidente
barcelonista de entonces, Tomás Rosés, y un representante de los jugadores que
no fue identificado por la prensa, aunque seguramente se tratara del mítico
Pepe Samitier, quien mantuvo siempre una cordialísima relación con Suñol, como
prueba que éste fuera en 1929 padrino en su boda con Consuelo Aranda.
En julio de 1934, en
plena fractura entre la directiva y los socios, éstos le pidieron a Suñol que
aceptara la presidencia, pero la rechazó por motivos de salud. No obstante, la
asamblea propuso que fuera él quien nombrara a la nueva directiva, prueba de la
confianza que generaba su figura. Suñol acepta el encargo y propone como
presidente, y así se acuerda, al industrial Esteban Salas. Asimismo toma una
decisión histórica: incluir en su propuesta a una mujer, Ana María Martínez
Sagi, comentarista deportiva de “La Rambla”, además de poetisa y atleta, de la que el escritor Juan Manuel de Prada ha compilado su obra periodística y poética en "La voz sola". Será la primera
directiva de un club en la historia del fútbol en España.
De su paso por la
presidencia se recuerda el fichaje del que se consideraba el mejor entrenador
del mundo, el irlandés Patrick O’Connell. Durante la temporada 1935-1936, el
club blaugrana ganó el Campeonato de Cataluña y perdió la final de la Copa de
España, también llamada del Presidente de la República, frente al Madrid FC.
Este encuentro, disputado el 21 de junio de 1936, apenas un mes antes del
inicio de la Guerra Civil, en el campo de Mestalla de Valencia, fue la última gran
aparición pública de Suñol como presidente del club culé.
El partido fue muy
disputado y terminó con victoria del Madrid por dos goles a uno, con una
actuación memorable de Zamora en el que sería su último encuentro. Así resumió
el choque el propio Suñol en declaraciones a un medio deportivo:
Suñol atendió al
periodista en una terraza barcelonesa recién llegado de Madrid en avión, según
relata “El Mundo Deportivo” en la entrevista que publicó al día siguiente, 10
de julio:
“–Tengo
una hora para usted –le dijo el presidente al redactor para abrir
la entrevista–. Me voy a mi casa de Tona
a descansar unos días. Mis negocios, la política, el fútbol... No puede usted
figurarse la agitación continua en que vivo. Y, sin embargo, sin esto, me
faltaría distracción. En primer lugar, voy a darle una noticia que no la he
dicho a nadie. Usted es el primero en conocerla. Dimito la presidencia del Barcelona.
-No
le aceptarán la dimisión. Será usted reelegido.
-Renunciaré
en tal caso. Esta continua agitación es demasiado para mí. Mi decisión es
firme. Entre mis compañeros de Directiva hay quien podría ocupar este cargo con
merecimiento”
Tales declaraciones ocasionaron un enorme revuelo. En las páginas deportivas de “ABC” se hacía mención a las mismas el viernes 17 de julio, con una frase que en esa misma fecha, en la que se va a producir el golpe militar con la sublevación del Ejército de África contra el Gobierno, suena atronadoramente: “Esta es una declaración de guerra del bizarro Sr. Suñol”.
En consecuencia, Suñol se vio obligado a
matizar sus palabras en una entrevista para el diario “La Voz” de Madrid
publicada el viernes 17 de julio, fatídico día en que comenzaría la Guerra
Civil con la sublevación del Ejército de África. Es posiblemente la última
aparición con vida de Suñol en un diario, y en la crónica figura una fotografía
suya.
El autor de la
entrevista aseguraba haber abordado a Suñol aprovechando su presencia en Madrid,
posiblemente en el hotel Palace donde se alojaba cuando venía a la capital. Por
una nota breve del diario “Liberal” de fecha 14 de julio sabemos que Suñol
había salido la noche anterior en el expreso de Barcelona a Madrid junto con
otros políticos, entre los que figuraba Portela Valladares, seguramente con el
fin de asistir a las sesiones de las Cortes.
Sin embargo, en su
llegada a Madrid se va a dar de bruces con la noticia de que en la madrugada
del lunes 13 de julio, mientras él viajaba en el expreso de Barcelona, había
sido asesinado en Madrid el diputado José Calvo Sotelo, líder de la oposición,
por guardias de asalto y miembros de la escolta del ministro Indalecio Prieto,
en un hecho que desbordó la tensión política y social en España, ya agudizada
por el asesinato por derechistas del teniente José Castillo, de la Guardia de
Asalto, el día anterior.
El mismo día 13 en que
Suñol llega a Madrid, el presidente de la República, Manuel Azaña, firma un
decreto por el que se suspendían las sesiones de las Cortes durante ocho días.
Asimismo el Gobierno decretaría el estado de alarma. En la tarde del martes 14
de julio es muy probable que Suñol asistiera a la reunión que la minoría de
Esquerra Republicana de Catalunya celebró en el Congreso bajo la presidencia de
Joan Lluhí, entonces ministro de Trabajo, Sanidad y Previsión Social. En esta
reunión se acordó cerrar filas con el Gobierno de Casares Quiroga ante los
últimos acontecimientos
Cabe suponer que el
golpe militar del viernes 17 de julio pudo sorprender al diputado catalán ya de
camino de vuelta hacia Barcelona o recién llegado a esta última, dado que ese
fin de semana se celebraba en la ciudad condal el congreso de ERC.
Como hemos visto, en el
tiempo que permanece en Madrid, a pesar de las terribles noticias que se han
producido, Suñol considerará necesario explicar sus declaraciones contra el
Madrid en el anuncio de su dimisión como presidente del Barcelona y para ello
concederá la entrevista al diario “La Voz”, que se publicará el mismo día del golpe militar, el 17 de julio.
“Quiero ser sólo, por ahora, uno más en la colaboración directiva que va a hacer el gran Barcelona. Mi propósito es demostrar que para que un gran Club pueda prosperar es necesario en él un gran estado mayor, una Directiva apta, capacitada y entusiástica, que labore bien unida. De ese Estado mayor cualquiera de ellos puede ser el capitán, el presidente. Un presidente fracasará siempre si sus compañeros de Junta no están unidos y son en capacidad y conocimientos tanto como él. Y a eso vamos en el Barcelona. Yo me quedo de vocal, y como fío en mis compañeros, tengo la evidencia de que, trabajando todos unidos, haremos ese Barcelona grande que la afición catalana se merece”.
Al mismo tiempo que
anunciaba su dimisión, se convocaba una asamblea de socios del club para el
siguiente 25 de julio con el fin de elegir a su sucesor. Dicha asamblea, con la
Guerra Civil recién comenzada, no se celebró. Sin embargo, en la nota publicada
por “La Vanguardia” el fatídico 17 de julio de 1936 para anunciar la
convocatoria de la asamblea, se daba por seguro que la mano de derecha de
Suñol, el doctor Soler Juliá, sería su sucesor al frente de la presidencia del
club.
Lo que sí se produjo,
el 31 de julio, ya comenzada la guerra, fue una reunión de la junta directiva
del club, la última de Suñol con vida, en la que se trató de cuestiones
meramente deportivas, según informó “La Vanguardia” en su edición del 2 de
agosto.
José
Suñol Garriga fue en su tiempo lo que se dice un líder con carisma, de los que
no dejaba a nadie indiferente. De la opinión que despertaba en el mundo del
periodismo es muy ilustrativa la reseña que le dedicó, con tono desenfadado
pero no menos elogioso, el semanario barcelonés de literatura, arte y política
“Mirador” el 3 de octubre de 1929, a raíz de su elección como presidente de la
Federación Catalana de Fútbol:
Es la historia de una aventura formidable protagonizada por un navegante catalán afincado en Estados Unidos, Enrique Blanco Alberich, su mujer norteamericana, Mary Dohonez, y su hija, Evaline Luise, familiarmente conocida como Evalú, que entonces contaba con solo 7 años de edad.
Enrique
Blanco se había embarcado como marinero en 1907, con 16 años, en el bergantín-goleta
«Clotilde», que zarpó de Barcelona para la carrera de América. Navegó después
en muchos barcos de vela y de vapor, de diferentes banderas, hasta que en 1911
desembarcó definitivamente en los Estados Unidos. Enrolado en el Ejército
norteamericano, se licenció en 1914 con el grado de sargento de artillería. A
partir de entonces fue profesor de español en distintas universidades
americanas, hasta que en 1930, destinado en la de Iowa, decide emprender el
viaje por mar de vuelta a España con su mujer y su hija Evalú.
Blanco
Alberich adquirió una goleta bermudiana de doce metros de eslora a la que llamó
precisamente «Evalú», y en compañía de su mujer y su hija se hizo a la mar en
Boston el 12 de julio de 1930. Blanco se ayudó de un sextante, un reloj de
bolsillo que hacía de cronómetro y un almanaque náutico y tablas americanas
Martelli, pero nunca había practicado con ellos y solamente poco tiempo antes
de salir un capitán amigo suyo le dio una clase teórica de dos horas sobre
determinación de la situación por las observaciones del sol. Es decir, tuvo que
ir aprendiendo sobre la marcha, y cuando aprendió ya estaba en Terranova.
Al
principio navegaron a lo largo de la costa americana hasta el sur de Terranova
y de allí a las Azores, a donde llegaron el 21 de agosto. Después de descansar
cinco días, zarparon el día 26 de Punta Delgada rumbo a Gibraltar, adonde
llegaron el 9 de septiembre, culminando así la travesía del Atlántico. Tras una
breve estancia de sólo día y medio fueron a Melilla, donde vivían los padres de
Blanco. Desde allí salieron el día 25 hacia Barcelona, donde su llegada el 5 de
octubre fue todo un acontecimiento, después de 85 días de navegación a vela, ya
que carecía de motor auxiliar. Recibidos triunfalmente, durante cuatro meses
fueron objeto de un sinfín de homenajes por toda la ciudad.
El
viaje transatlántico de la familia Blanco les costaría, sin embargo, un alto
precio. La mujer sufrió una crisis mental durante la singladura, de la que
nunca se reestableció, y fue internada en el manicomio de Sant Boi de Llobregat
nada más desembarcar en Barcelona.
La
gesta de Enrique Blanco y su familia no pasó inadvertida para José Suñol Garriga, que ya era una de las
figuras más notables del deporte catalán de la época. El futuro presidente del Barça se convirtió muy pronto en mecenas del navegante, a quien organizó varias
conferencias para explicar su viaje. Estas charlas terminarían en forma de
libro, titulado “Boston–Barcelona” en su edición catalana y “La Gesta del Evalú”
en su versión castellana, ambas publicadas en 1931 en Barcelona. El libro ha
sido recuperado hoy por la editorial La Campana.
A Enrique Blanco le rondaba la cabeza desde hacía tiempo la idea de circunvalar el mundo, como hizo por vez primera el marino vasco Juan Sebastián Elcano. Se acaban de cumplir precisamente 500 años desde que zarpó desde Sanlúcar de Barrameda. la expedición capitaneada por Magallanes y patrocinada por el emperador Carlos I.
Cuando Blanco le contó su proyecto a Suñol Garriga, éste no dudó en apoyar financieramente la empresa. Así, Enrique Blanco y su hija Evalú se dispusieron a emprender la travesía, pero antes Barcelona les rindió un gran homenaje en el campo de Les Corts, el domingo 15 de febrero, donde la pequeña Evalú hizo el saque de honor al comienzo del partido entre el FC Barcelona y el Europa. Es lógico imaginar que fuera Suñol Garriga quien organizó este homenaje en el estadio del Barça a los intrépidos y singulares navegantes.
El
22 de marzo de 1931, pocas semanas antes de la proclamación de la Segunda
República, Enrique Blanco y su hija zarparon de Barcelona en su goleta
acompañados de otro aventurero, Ignacio Morató, un obrero del vidrio que nunca
había navegado, quien les abandonaría al llegar a Santa Cruz de Tenerife. En
julio, el “Evalú” zarpó de nuevo, pero al cabo de tres meses sin dar noticias
de su paradero, saltó la alarma.
“El
Heraldo de Madrid”, en su edición del 25 de septiembre, recogió una entrevista
con Suñol Garriga bajo el título “Enrique Blanco se ha perdido en el Océano.
Resumen de su vida a modo de responso”, en la que el ya diputado de ERC
manifestaba su temor de que Enrique Blanco y su hija hubieran naufragado.
Lo
cierto es que en los primeros días de octubre, una agencia de noticias y luego
el Ministerio de Estado español, comunicaron que el «Evalú» y sus dos
tripulantes habían «llegado bien» al puerto venezolano de La Guayra, desde el
cual, después del necesario descanso continuarían viaje a Colombia para
adentrarse después, a través del Canal de Panamá, en el Pacífico.
Nada
volvió a saberse de Blanco y su hija hasta que unos años después el escultor
catalán Serra Güell, en uno de sus frecuentes viajes de estudio, encontró al
navegante en una isla de la Polinesia, dedicado a servir de guía en las
excursiones isleñas de los turistas. De su hija Evalú, la primera mujer en
cruzar el Atlántico en un barco de vela con sus padres como navegantes
solitarios, nada decían las noticias del escultor.
Por
fin, “La Vanguardia Española”, en su edición del 18 de mayo de 1968, publicó un
artículo de su colaborador Juan B. Robert acerca del paradero de Evalú Blanco,
a propósito de un artículo escrito un mes antes en el mismo diario por el
director del Puerto de Barcelona, Aurelio González Isla, sobre la hazaña transoceánica
de la goleta “Evalú”.
Juan
B. Robert, a través de la información de un colega norteamericano experto en
náutica, había sabido en 1955 que Evalú Blanco residía en Nueva York. Robert
respondió a la misiva de su colega enviándole un ejemplar de su propiedad de
“La gesta del Evalú” firmado por el propio Enrique Blanco para que se lo
hiciera llegar a la hija del navegante, con el ruego de que la recordara que él
había sido uno de los miles de barceloneses que participaron en la apoteósica
bienvenida a los tripulantes de la goleta en su llegada al puerto de la Ciudad
Condal.
Al
fin, en enero de 1956, Juan B. Robert recibió la esperada misiva de Evalú
Blanco, que cito tal y como la transcribió el diario barcelonés:
Mis padres viven todavía,
separados, por lástima. Mi madre vive en el interior de los Estados Unidos. Mi
padre sigue viviendo en Papeeté, Tahití, adonde fuimos a dar los dos en la
primavera de 1933, y donde pasé unos años de adolescencia inolvidables. Tenemos
una casita allá, y él se gana la vida enseñando el inglés y el español. No fue
solamente el encanto de Tahití que nos detuvo, sino también la falta de
capital, indisposición que suele afectar mucha gente.
En 1938 salí sola de Tahití
para continuar mis estudios en el colegio de Nouméa, Nueva Caledonia. Intervino
la Segunda Guerra Mundial y nunca he tenido oportunidad de volver a mi casa.
Mi padre se encuentra en muy
buena salud, pero creo que está harto de travesías oceánicas en pequeños
barcos. Vive tranquilamente ahora como cualquier ciudadano.
Está Ud. desilusionado.
Posiblemente tengamos la impresión que una persona capaz de grandes hechos debe
ser de fibra especial. Pero en el análisis final somos todos muy iguales en
nuestras características humanas.
Expresó Ud. el deseo de tener
un retrato mío. El que le mando fue obtenido hace pocos años y no he cambiado
desde aquel entonces.
Si tiene Ud. preguntas que no
haya contestado en esta carta me daría gusto remediar la situación.
Entretanto le saludo muy
respetuosamente,
Evalú B. de Neff