AGAPITO GARCÍA ATADELL, LA FORJA DE UN CHEQUISTA
El nombre del socialista Agapito García Atadell (Vivero, Lugo, 1902-Sevilla, 1937) posee la extraña cualidad de haber concitado, en plena Guerra Civil, la unanimidad de ambos bandos a la hora de considerarlo un criminal sin escrúpulos. Su metamorfosis es digna de ser iluminada por un detallado ensayo entre la política y la psicología: el joven tipógrafo de ideas revolucionarias, afiliado primero a la UGT y a la Agrupación Socialista Madrileña al llegar a Madrid a principios de los años 20, militante del PCE después y encarcelado hasta en once ocasiones durante la dictadura de Primo de Rivera, acabará acaudillando como figura del PSOE madrileño entre los meses de agosto, septiembre y octubre de 1936 una banda de asesinos y ladrones frentepopulistas que colaboraran en el cruento régimen de terror del Madrid gubernamental.
Desde un palacete requisado del paseo de la Castellana, el de los Condes del Rincón, en la esquina con la desaparecida calle Martínez de la Rosa, llamada “de la S”, donde recibía a sus visitas con bata de casa, haciéndose servir por tres doncellas uniformadas y con delantal de encaje, García Atadell decidirá en esos meses cruentos sobre la vida y la muerte de más de ochocientas personas, desde obreros de ABC a aristócratas, de antiguos rivales políticos a religiosos. Los cadáveres de muchos de ellos formarán parte del tétrico paisaje de aquellos días en los Altos del Hipódromo, la Ciudad Universitaria, la Casa de Campo y el Cementerio del Este.
García Atadell es una pieza más en un engranaje articulado y armado desde el Ministerio de Gobernación, que el 14 de agosto le había nombrado agente de Policía de tercera, adscrito al Cuerpo de Vigilancia, junto con otras decenas de hombres de confianza del Frente Popular. Es esa cobertura ministerial, pensada para intentar hacerse con el control de la represión, la que paradójicamente otorgará en muchos casos carta de impunidad a los asesinos. Es cierto que algunos de sus detenidos tienen suerte y son entregados por la “checa” de García Atadell a la Dirección General de Seguridad, por lo que logran conservar su vida, como la hermana del general Queipo de Llano, Rosario. Pero otros que son entregados también a la Dirección General acabarán sus días como los demás infortunados.
La historia de García Atadell es la de un revolucionario que empezó a vivir peligrosamente y que, ante la contienda provocada por el golpe militar, decidió que era mejor que lo hicieran los demás. Entre uno y otro extremo del arco, desde su salida del PCE a mediados de los años 20 hasta su cénit en el Madrid revolucionario del 1936 como aristócrata del crimen, transcurre una década de evolución. Pero no es la evolución de un don nadie que decide dar el salto al asesinato y el robo como a veces pudiera parecer. García Atadell es un hombre traqueteado en una carrera ascendente en el socialismo, primero entre puestos medianos dentro de las Juventudes Socialistas, la UGT y la Agrupación Socialista Madrileña, y después en responsabilidades que le convierten en una figura de peso dentro de sus filas.
Una testigo de excepción de esta transformación fue la singular Hildegart Rodríguez Carballeira*, antigua militante socialista, que publicará en el diario “La Tierra” el 5 de octubre de 1932 un furibundo retrato de García Atadell, en una columna titulada “¡Cuatro años de militancia socialista!”, donde ajusta cuentas con su anterior partido:
En la cárcel de Madrid había ya
una cama reservada para un pensionista tan habituado a visitarla, que habíase
familiarizado con el lóbrego recinto. Tratábase de un militante comunista, y su
nombre era Agapito García Atadell. Era tipógrafo, pero, debido a sus
“ideas”, rara vez encontraba trabajo. Por no sabemos qué medios, la conciencia
del comunista acérrimo sufrió una evolución por demás curiosa. Ingresó en
el socialismo, ingreso que patrocinó Saborit. Pocas horas después, Atadell
empezó a ganarse la confianza de los dirigentes. No habían transcurrido meses
cuando, con dietas de propagandista oficial, salía a realizar campañas en
exaltación de la colaboración ministerial y, en particular, del Sr. Largo
Caballero, pocos meses antes de las elecciones de Constituyentes, desde el mes
de abril, pues marchó a Vivero antes del 1 de mayo del primer año de
República. Atadell intentó, sin éxito, conquistar un acta por
Galicia. Inútil empeño, pese a su “reclamo personal” en “El Socialista”,
donde enviaba diariamente informes telegráficos que terminaban con grandes
ovaciones y aclamaciones “al futuro diputado por el distrito”. A su
regreso, Atadell ingresó en la “carrera de consolación” de los cargos
retribuidos, y nada menos que en la Secretaría de la UGT, de donde se desplaza
accidentalmente en la labor de propaganda sindical. De la cárcel a la poltrona
secretarial va, desde luego, una bien apreciable diferencia”.
García Atadell se muestra como un socialista sin fisuras. La citada Hildegart le identificaba como “isabelino”, inclinado por la participación en el gobierno, frente a los “sarracenos”, que se oponían, como era el caso de ella. Sin embargo, García Atadell consideraba, al igual que la corriente representada por Largo Caballero, que la Segunda República era un medio para conseguir la dictadura del proletariado. Así, el 1 de mayo de 1932 concluye su colaboración con ese deseo:
“El Primero de Mayo que yo saludaré con fervor y entusiasmo
será aquel en el que en nuestro país gocemos de la República Socialista”.
En otro artículo en “Renovación”,
publicado el 3 de septiembre de 1932 a las puertas del XVII Congreso de la UGT,
escribe:
Víctor Hugo calificó así este
problema: “Esto matará a aquello”
Y así es: la República burguesa
morirá en manos de la República socialista”.
En otro número de “Renovación”, del 8 de abril de 1933, escribe sobre el ascenso de Hitler al poder en Alemania y propone combatir la dictadura nazi. “Frente a la dictadura del fascio procede realizar la dictadura socialista”, dice en el artículo, en el que advierte a sus camaradas: “Y conviene decirlo dentro de nuestras filas, ya que aún hay compañeros sensibles que se conduelen cuando se les habla de establecer la dictadura del proletariado, que no es otra cosa que establecer la dictadura de clase”.
El 7 de octubre de 1933, el futuro jefe de la “checa” de la calle “de la S” vuelve a reclamar en el órgano de las juventudes socialistas de España la destrucción de las ideas democráticas en los cuadros de la UGT y del PSOE:
Es en esa misma época cuando García Atadell se erige primero en secretario y después en presidente de la Asociación del Arte de Imprimir, creada en 1871 por Pablo Iglesias, y que sería el germen del futuro PSOE, fundado ocho años después. Es un cargo de gran poder político y simbólico entre la militancia socialista. Precisamente, el 21 de enero de 1934, con motivo del LXII aniversario de la fundación de la citada Asociación, García Atadell interviene en un acto junto con Francisco Largo Caballero, presidente del PSOE y secretario general de UGT, en el Cinema Europa de Bravo Murillo.
Según la crónica del acto publicada por el diario “Luz” al día siguiente, García Atadell “fijó la posición de la entidad ante el momento político actual, posición que consiste en no fiar nada ya a la democracia y el liberalismo y poner sus esperanzas en la eficacia de un movimiento revolucionario. La postura contraria la considera propia de tontos o de pérfidos”.
"Mundo gráfico" publicaría el 24 de enero una foto de los oradores del acto del cinema Europa, la única posiblemente en la que aparece García Atadell junto a Largo Caballero, imagen desconocida de ambos socialistas tomada precisamente en la que sería una de las más siniestras checas del Madrid revolucionario, la del pistolero anarquista Felipe Sandoval, alias "Doctor Muñiz".
Ese mismo año 1934 su nombre adquirirá una gran proyección en las filas socialistas con motivo del conflicto laboral desencadenado en marzo en el diario ABC, de cuyo comité de huelga se convertirá en secretario. El motivo de la huelga es la contratación por los Luca de Tena de un obrero suplente sin carné de la UGT, lo que García Atadell achaca a la voluntad de los propietarios de “introducir en los talleres elementos de una moral fascista para suplantar, poco a poco, a los obreros organizados”, según afirma en una entrevista que el diario “Luz” publica el 6 de marzo con su fotografía.
La Asociación del Arte de Imprimir desempeña en el conflicto un papel decisivo como instrumento de coacción en un momento en que el socialismo español se deslizaba hacia la ruptura revolucionaria con el régimen republicano. Los trabajadores de los talleres del diario monárquico se declaran en huelga y la empresa despide a los huelguistas. El conflicto se extenderá entre el 12 de marzo y el 15 de marzo a todo el sector de las artes gráficas. En junio de ese mismo año es sustituido al frente de la Asociación por el también socialista Edmundo Lorenzo.
En los meses siguientes, el PSOE y la UGT se abisman decididamente en la conspiración revolucionaria, que estallará con su golpe armado de octubre siguiente contra la legalidad constitucional republicana, que causa más de mil muertos en toda España, especialmente en Asturias, donde sofoca la rebelión el ejército. Unas semanas antes, a mediados de septiembre, en un registro en la Casa del Pueblo madrileña, en la calle Piamonte, 2, las fuerzas policiales habían encontrado un alijo de explosivos y armas. Serían detenidos los miembros de la Junta Administrativa de la sede socialista: Wenceslao Carrillo, su presidente, Agapito García Atadell y Pascual Tomás. Fueron condenados a tres años de prisión por depósito de explosivos y armas.
En noviembre, aún preso, García Atadell comparece como testigo en el juicio contra Largo Caballero como presunto cabecilla del golpe revolucionario, del que sería absuelto por falta de pruebas. El fiscal general de la República, Marcelino Valentín Gamazo, había solicitado para él la pena de 30 años de prisión por delito de rebelión. Valentín Gamazo sería asesinado por milicianos frentepopulistas el 5 de agosto de 1936, en Tébar (Cuenca), junto con sus hijos Francisco Javier, José Antonio y Luis Gonzaga, de 21, 20 y 17 años, respectivamente.
García Atadell, que compartió prisión en la Modelo madrileña con Lluís Companys y el propio Largo Caballero por los sucesos de 1934, saldría de la cárcel el 22 de febrero de 1936 beneficiado por la amnistía del nuevo gobierno Frente Popular a los condenados por la participación en el golpe contra el orden constitucional de la República. El propio García Atadell sería uno de los anfitriones en la visita que Companys hizo a la Casa del Pueblo el día 27 tras su salida de la prisión.
En marzo, García Atadell forma parte, como número cuatro, para el puesto de vicesecretario, de la candidatura del prietista Ramón González Peña a la presidencia de la Agrupación Socialista Madrileña, y lo hace además por delante de nombres como los de Juan Negrín, Marcelino Pascua, Rafael Henche o Francisco Cruz Salido, prueba de su influencia en el partido. La lista de González Peña será finalmente derrotada por la de Largo Caballero.
Desde entonces hasta el golpe militar de julio de 1936, no hay más noticias de García Atadell, que reaparece en la prensa madrileña el 22 de julio por su presencia en Alcalá de Henares el día anterior, cuando se rinden las fuerzas allí sublevadas a una columna gubernamental, si bien no se explica con qué cometido.
El penúltimo capítulo de su trayectoria, después de haberse erigido en virrey del Madrid del terror revolucionario, será su huida de la capital a finales de octubre de 1936, ante la proximidad de las fuerzas nacionales. Su pretexto para salir de la ciudad es asistir a la boda en Alicante de un miembro de su banda, como declararía en la Causa General franquista Emilia Donapetry, que dijo haber sido protegida por García Atadell de la amenaza de otros chequistas. La razón de aquel trato favorable era que el tipógrafo había trabajado en la imprenta que la familia Donapetry tenía en Vivero.
Con sus lugartenientes Luis Ortuño y Pedro Penabad, acompañados de sus mujeres -la suya, Piedad Domínguez Díaz, que vivió durante su niñez y juventud en distintos conventos de las monjas de Cristo Rey, aunque sin profesar, como ha verificado la historiadora Sara Izquierdo Álvarez-, García Atadell escapa hacia Alicante después de haber vaciado, según algunos testimonios, la caja de caudales de su “checa” con el dinero, las joyas y valores robados a sus víctimas.
En Alicante se embarcan rumbo a Marsella con cédulas de identidad cubanas, ya que su destino último es La Habana. De Marsella viajan a Saint-Nazaire, donde emprenden viaje a bordo del vapor “Méxique”. Su presencia no pasa desapercibida para otros viajeros. Cuando el vapor hace escala en el puerto canario de Santa Cruz de la Palma a finales de noviembre, las autoridades franquistas detienen a García Atadell y a Penabad.
El antiguo tipógrafo declara en los interrogatorios no tener relación alguna ni con los crímenes ni los robos de sus hombres. Afirma incluso que su misión era la de proteger a posibles víctimas del terror incontrolado, como fue el caso atestiguado por Emilia Donapetry, a quien antes de huir de Madrid entregó un número de teléfono para que pidiera ayuda si se veía en peligro.**
Conducido a Sevilla, García Atadell es juzgado, condenado a muerte y ejecutado a garrote vil el 15 de julio. Tenía 35 años de edad. En la zona republicana, el diario madrileño “Ahora” titulará lapidariamente “Un traidor menos” el siguiente despacho de agencia que informa de su muerte:
PARÍS, 16.- Comunican de Sevilla que García Atadell, que fue condenado a "ser estrangulado por hierro" por el Tribunal da Sevilla, cuyo fallo fue confirmado por las "autoridades superiores", fue ejecutado ayer por la mañana en Sevilla.-Fabra
Cuatro meses antes, el diario "La Voz" había citado al antiguo tipógrafo en un editorial en su portada titulado "Todo el mundo a las armas", con el que exhortaba a la movilización general contra los sublevados, criticando el poder de los revolucionarios de salón de palacios requisados y gatillo fácil:
¡Tiempos de la cena gratis y del vermú gratis, y de la merienda gratis, y de la cama gratis y del amor gratis! ¡Tiempos de las "checas" clandestinas, tiempos de García Atadell, tiempos de la ametralladora para tomar café—para tomar café incautado, ni que decir tiene—, tiempos de los patéticos registros que cortaba entre lágrimas una propina deslizada a tiempo!
Sorprendente mención a García Atadell por parte de un diario que, al igual que otros tantos, se encargó de difundir y ensalzar con profusión las actividades criminales de su "brigadilla" durante el verano y otoño de 1936, cuando el socialista que luchaba por la revolución y la dictadura del proletariado decidía en un palacete incautado sobre la vida y la libertad de sus "enemigos de clase" enfundado en una bata de casa y atendido por doncellas con uniforme y delantales de encaje, saboreando las delicias fruto de sus pillajes.
**Para más información sobre
la actuación de García Atadell en el Madrid revolucionario de 1936 recomiendo este
blog: https://guerraenmadrid.net/2020/01/06/garcia-atadell-un-heroe-convertido-en-villano-por-la-prensa-republicana/