"NINGÚN PUÑO CERRADO, EXCEPTO DE DOLOR". UN POETA EN LA BATALLA DEL JARAMA
Entre las muchas repatriaciones que se produjeron en los primeros meses de 1937 entre los «internacionales» británicos, una de las más simbólicas fue la del joven poeta Tony Hyndman, del batallón "British" de la XV Brigada Internacional, que había sido secretario y amante del poeta inglés Stephen Spender (1909-1995). Afiliado en 1936 al Partido Comunista Británico y activo defensor de la República, Spender había influido decisivamente para que su antiguo empleado se alistara como voluntario en España.
Tony Hyndman,
cuya verdadera identidad
Spender oculta en su autobiografía bajo el nombre de Jimmy Younger, se unió de forma entusiasta a los voluntarios extranjeros, confiado
en que su preparación militar le fuera útil en España, puesto que había servido en el ejército británico. Pero en la batalla del Jarama, en febrero de 1937, Hyndman conoció el auténtico
espanto de la guerra. Sólo en un día, el 12 de febrero,
el "British" llegó a tener cuatrocientas bajas entre sus
seiscientos efectivos en
la
lucha por la llamada «colina del suicidio»,
en la carretera de Morata de Tajuña a San Martín de la Vega. Hyndman, que sobrevivió milagrosamente a aquella carnicería
entre los olivares que coronan el valle del Jarama, comenzó a escribir
a Spender sobre su horror ante el combate:
Intentaba no mirar,
pero oía su voz.
Qué oscura la tierra
y qué verdes los árboles.
Un árbol era suyo.
No podía moverse.
Herido en todo el cuerpo
se apoyó allí quejándose.
Yo apenas distinguía:
desgarré su capote.
Fue fácil,
una granada me ayudó.
Pero él estaba moribundo
y la mata combada.
«Dios os bendiga,
camaradas.
Él os dé las gracias.»
Eso fue todo.
Ningún lema,
ningún puño cerrado,
excepto de dolor.2
Unas semanas después del Jarama, con ocasión de un viaje a España, Spender fue a visitar a Hyndman en la base de Albacete.
En aquel encuentro, Hyndman le suplicó
al poeta que utilizara su influencia para sacarle del país.
Cuando Spender fue a visitarle
de nuevo en Albacete, en el mes de marzo, le dieron
la noticia de que su joven amigo,
afectado ya por una úlcera
que le hacía vomitar continuamente, había desertado junto con otro compañero, el también
poeta John Lepper.
Superviviente también
de la matanza del British en el Jarama, Lepper sufría por la tensión de la guerra unas cataratas
que le habían dejado casi ciego.
Pero a Hyndman y a Lepper la suerte les hizo un mal quiebro, lo que impidió
que se sumaran a los cerca de trescientos británicos, del total de dos mil llegados
para combatir en España, que se fugarían
con éxito de su unidad a lo largo de la guerra.4
Refugiados en Valencia a la espera de embarcarse como marineros en un mercante,
fueron delatados a la policía por una mujer que se ofreció a hacerles la gestión ante el capitán de un barco. La mujer resultó ser del Partido Comunista,
y no dudó en denunciar
a los dos desertores para servir a la causa. Encerrados
en la cárcel de Valencia,
junto con hombres de distintas
nacionalidades, al cabo de unos días fueron conducidos a Albacete en tren, bajo
la custodia de un soldado francés. En la base de los «internacionales», fueron interrogados por un oficial
o comisario polaco,
que les anunció su reclusión durante dos meses en un «campo
de reeducación».
Al conocer
la detención de Hyndman, y gracias a los oficios
del poeta Manuel Altolaguirre y de Ignacio
Hidalgo de Cisneros, jefe de la aviación
republicana, Spender logró concertar una entrevista con Julio Álvarez del Vayo, ministro de Estado,
para pedirle la repatriación de su amigo. De la entrevista
con Álvarez del Vayo, el poeta inglés recuerda en
sus memorias la convicción
del ministro sobre «los malos efectos que tenía en la moral permitir que los voluntarios que habían ido a España se marcharan
cuando quisieran».5
Al final de la entrevista, Álvarez
del Vayo consintió en garantizar
que Hyndman sería libre
de marcharse de España
después de cumplir
su condena. No satisfecho con las promesas del ministro, Spender viajó con Altolaguirre
e Hidalgo de Cisneros a la base de Albacete,
donde se entrevistó con los mandos y comisarios encargados de juzgar a Hyndman,
quienes le anunciaron que éste sería condenado a pasar una temporada en un «campo de reeducación».
Hyndman cumplió
dos meses de internamiento en el centro de «reeducación» de las Brigadas Internacionales conocido
por los británicos como
«Camp Lukács», a dieciséis kilómetros de Albacete, donde compartió
cautiverio con otros doscientos brigadistas, en su mayoría
franceses. Al cabo de ese tiempo,
fue enviado de nuevo a la cárcel
de la base de los «internacionales», cuya tétrica descripción dejó anotada en un escrito enviado a Spender tiempo después:
En el fondo estaba más asustado
de esa gente que me controlaba que de tener que volver al
combate. Mi mayor temor era que el enviarme al frente fuese la forma más sencilla
de liquidarme. Cualquiera podía encargarse
de ello durante una batalla y nadie se daría cuenta. Esto, según los
otros prisioneros, era la
forma favorita de quitarse de encima a los indeseables.6
A causa de todas las experiencias vividas en tierra española durante la guerra, el autor de Poems from Spain terminaría abandonando el Partido Comunista.
2. Citado
por Philip Toynbee
en El tambor lejano, Sedmay Ed., Madrid, 1977.
3. Spender,
op. cit., p. 266.
4. Hopkins,
op. cit., p. 254.
5. Spender,
op. cit., p. 281.
6. Ibidem, pp. 284-285.
7. Ibidem, p. 289.